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CAPÍTULO 16: EL TAXISTA

Writer: jmgol60jmgol60

Updated: Mar 16, 2024

 

EL VAGÓN QUE LLEGÓ ¿Cómo quedó el Capítulo 15?

 

El Ingeniero y el Coronel, que el día anterior estuvieron hasta entrada la tarde repasando la historia del ferrocarril de Logrosán, reemprenden a la mañana siguiente la conferencia. En ella el Ingeniero retoma su narración tras haber dejado al inspector descansando y haber revisado con el señor Loro toda la información que conocían de Lourdes Grande.

 
 

  • Continúo pues, Argimiro. A la mañana siguiente, sin habernos citado para ello, estábamos los tres en el comedor a las seis y media.


  • ¿Los tres?


  • Sí, los tres. Bastianne bajó con la tristeza en el rostro, pero aparentemente recuperado. El señor Loro también se dejó caer por allí e inmediatamente aprovechamos para poner a Bastianne al corriente de las últimas conclusiones respecto a Lourdes cuando él ya se subió a descansar la noche anterior. Él había hecho lo propio llegando al mismo resultado: Lourdes trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas en un puesto de una confianza tal, que había tenido margen de maniobra para introducir un mensaje cifrado escrito en una tarjeta postal con la imagen de la Virgen de Lourdes y saber con cierta seguridad que la tarjeta sería vista por Bastianne y sólo por él. Los tres también pensábamos que, obviamente, su intención habría sido tratar de contactar con Bastianne hasta provocar un encuentro.


  • Entendido, ¿Y cómo continuó la cosa?


  • El señor Loro iba a retirarse para empezar su faena, pero Bastianne le pidió que antes le dijera qué es lo que él haría ahora.


  • ¿Tanta confianza depositaba Bastianne en él?


  • Pues parece que sí. Descifrar en unos minutos la tarjeta que a él no le había sido posible en más de un año, había dado al señor Loro un prestigio ante Bastianne que le convirtió hasta su marcha en una especie de consejero.


  • ¿Y el señor Loro qué le dijo?


  • Que a su entender tenía por delante dos tareas igualmente importantes. La primera contactar con Lourdes en cuanto le fuera posible y la otra decidir cómo iba a gestionar el doble frente que se le abría: el profesional como inspector del Banco Mundial y el personal y su relación personal con Lourdes. Y el señor Loro añadió que para la primera tarea tenía un plan.


  • Que supongo que explicó.


  • Claro claro. Inicialmente el señor Loro me despistó, porque me preguntó que si yo tenía más fotografías de la zona de la nueva estación de Guadalupe. Se refería a la que Lourdes solicitó directamente al teléfono. Contesté que el fotógrafo tiró dos carretes de doce negativos cada uno en aquella zona. Entonces el señor Loro se fue hacia la puerta que daba acceso directo a la cocina y antes de llegar se giró diciendo: ahí lo tienen, esa es la clave. Ahora tienen que ser ustedes los que rematen el plan, si no, no se creerán el papel ni ustedes mismos y se les notará delante del resto. Reaccioné rápido. Eran las siete y diez, salí a paso ligero del comedor ante el asombro de Bastianne y subí a mi habitación. Por el camino iba elaborando el resto del plan. Bajé inmediatamente con un sobre que contenía el reportaje fotográfico completo que aún estaba en mi escritorio. Bastianne seguía con la misma cara de asombro mientras yo desplegaba las fotografías en una mesa del comedor. Le expliqué lo que haríamos y Bastianne lo entendió y lo hizo suyo inmediatamente.


  • ¿Y funcionó el plan?


  • Parece ser que sí, pero no te adelantes Argimiro. Sigo. Cuando llegaron los demás, nosotros aparentamos acabar en ese momento de revisar muy interesados las fotografías. Bastianne me dijo en francés: "Por favor, necesito que envíen copia de estas fotografías por conducto oficial y, si es posible, que lleguen a mi oficina del Banco Mundial en Washington antes de que yo esté de vuelta. Cumplimentaré el formulario de solicitud de documentación a la vuelta a mi oficina de acuerdo con el procedimiento.". Le contesté que, por mi parte, la colección que acabábamos de ver estaba disponible para su envío inmediato. Advertí a los demás que, de acuerdo con la experiencia de envíos anteriores, teníamos el tiempo justo para que las fotografías estuvieran en Washington a la vuelta de Bastianne. Sugerí a los representantes del ministerio hacer el envío directamente a su oficina en Madrid. Posteriormente, yo me encargaría de sacar nuevas copias de los negativos para enviarlas a RENFE y al ministerio para sus archivos. En ese momento, el señor Loro entró en el comedor y dirigiéndose a mí pero con voz suficiente para que todos le oyeran, dijo: "Don José, ya está avisado Benigno, el taxista que me pidió. Se iba a ir ahora mismo para Cáceres, pero ha podido pasarle el servicio a Merino. Él queda esperando al teléfono y baja en cuanto le avisemos.".


  • ¿Y los del ministerio no comentaron nada?


  • Al ritmo que solían hacer las cosas, no les dio tiempo a reaccionar. Cuando les pregunté que a la atención de quien hacíamos en el envío, lo hablaron por lo bajo entre los dos y finalmente uno de ellos dijo: "A la atención de Doña Lourdes Grande Sebastián".


  • ¡Uf! Pep. Creía que no llegaba este momento.


  • Realmente fue un momento muy emocionante pero que debimos disfrutar de forma contenida para no levantar sospechas de nuestra treta.


  • ¿Pero enviaron las fotos?


  • Sí, claro. Al acabar de desayunar dije a los del ministerio que yo pensaba que el Inspector quedaría más tranquilo si el taxista entregaba el sobre en mano a doña Lourdes. Esta vez sí reaccionaron y dijeron que de acuerdo y que convendría entonces avisarla por teléfono antes para que esperara al taxista. Les dije que podían pasar al despacho con el señor Loro que él les daría todos los datos necesarios y les pediría la conferencia con Madrid para hablar desde allí. Después le hice una seña a Bastianne para indicarle que debíamos subir a mi habitación. A esa hora ya habían ido llegando representantes de todos los estamentos sociales de la zona que, a pesar de que María no las había dejado a la vista, atacaban sin piedad a las bandejas de diferentes clases de dulces que se ocultaban en una mesa detrás del biombo. Nuestra marcha no fue advertida. Una vez en mi habitación, le expliqué que el taxista que iba a ir a Madrid a llevar el sobre con las fotografías era de absoluta confianza y que, además del sobre con las fotografías, era la ocasión de poderle hacer llegar a Lourdes una carta personal con la certeza de que le llegaría a ella y sólo a ella. Me dijo que, desde que llegó a su oficina en Washington la postal de la Virgen de Lourdes, tenía escrita esa carta. Bastianne salió de mi habitación diciendo que volvía en un minuto y no había pasado ese minuto cuando volvió con un sobre en la mano. Abrió el sobre, que no estaba cerrado y que al abrirlo dejó ver otro algo más pequeño y cerrado pero que por su grosor delataba que eran varios los folios que debía llevar en su interior. Ahora únicamente añadió una cuartilla escrita a mano por una cara y la introdujo en el sobre grande que cerró mojando el borde con su saliva.


  • Bastianne abrió su portafolios en el que introdujo el sobre para Lourdes sin señas ni remite y nos dirigíamos hacia las escaleras cuando el señor Loro ya subía a avisarnos de que había llegado el taxista. Aprovechamos ese momento para que Bastianne le entregara el sobre para que él a su vez con la mayor discreción se lo entregara al taxista transmitiéndole la instrucción expresa de que solamente debería ser entregado en mano a doña Lourdes Grande. El señor Loro lo recogió y dijo que, si no teníamos inconveniente, le diría al taxista que llamara a la fonda informando del resultado de la entrega. Fuimos al comedor y ya estaban de vuelta los del ministerio que nos dijeron que ya estaba avisada doña Lourdes. Yo les entregué el sobre con las fotografías para que fueran ellos los que se lo entregaran al taxista.


  • ¿El viaje a Madrid y la entrega fueron bien?


  • Todo fue incluso mejor de lo que esperábamos. El taxista llamó desde el propio despacho de doña Lourdes. Bastianne y yo estábamos en Villanueva de la Serena junto con toda la comitiva visitando la sección tercera del ferrocarril. El señor Loro, a través de su hija que regentaba la centralita telefónica de Logrosán, consiguió localizarnos comiendo en el Tenis Club de Villanueva. Nos dijo que había hablado hacía diez minutos con el taxista que le había dicho que todo había ido conforme a lo previsto y que, en aquel momento, doña Lourdes estaba escribiendo una carta de agradecimiento para mí por la eficacia en la puesta a disposición de lo solicitado por el Inspector. Me resultó extraño el hecho de que esa eficacia mereciera un agradecimiento.

  • ¿Y qué decía la carta?


  • Ahí está la sorpresa, la carta dirigida a mí era puramente formal. Lo importante era que Lourdes había introducido en el sobre, otros dos sobres, uno pequeño dirigido a Bastianne y uno grande de tamaño folio y de un grosor como de dos paquetes de cien folios y que indicaba "Entregar en mano a Don José Calabuig".


  • Pero, ese eres tú. ¿Y cual era el título del documento?


(Continuará)


 
 


 
VISTA DE GUADALUPE Y LOS GUADARRANQUES DESDE EL ALTO JUNTO AL CASTAÑO DEL ABUELO


 


 
 
 

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