La espera en la consulta del neurólogo suele ser larga y ya voy preparado de cachivaches. Bueno, los cachivaches vendrían conmigo aunque la espera se presumiera corta.
Pues eso. Durante la espera leo en la tablet las noticias de esta mañana de 2 de Octubre de 2019: “La Unión Europea, a un paso de acabar con la obsolescencia programada”
Mi tendencia natural a lo rarito me aparta de pensar en la vida útil de la Termomix que no tengo y pienso en mi relación con la obsolescencia a finales de los 60.
Si has llegado aquí, querido lector, y te acuerdas o repasas el título, te preguntarás:
¿Y la Primera? (Lavadora)
Pasó sin pena ni gloria!
Era de esas que se abrían por arriba con una especie de aspa en un lateral.
Si la abrías lo salpicaba todo, con grave riesgo de electrocución a 125 Voltios, que debe ser como a fuego lento.
Si la cerrabas, te reconcomía la sospecha de que sólo se dedicaba a hacer ruido sin conseguir efecto alguno en las manchas y limpieza de la ropa.
Se colocó en el tendedero del piso de arriba y nunca se ganó el sitio que ocupó.
Murió en vida desenchufada y prestando servicio como mesa auxiliar y refugio fuera de temporada de la tabla de rajar las aceitunas.
En cambio la Segunda duró en funcionamiento hasta que la moda implacable de empotrarlo todo se la llevó por delante, casi 20 años después. Resultó que no cabía en el nicho empotrado que se le había reservado en la cocina.
Yo pensé que, enterada de su futuro destino, decidió engordar en un noche para esquivar el siniestro nicho.
Todavía hoy presta servicio en el tendedero de arriba como cementerio de cintas de cassette Dolby System. En realidad es como un matrimonio de conveniencia: las cassettes Dolby System justifican la persistencia de la lavadora y viceversa.
Pero su inicio fue arrasador. Hubo que llevar la luz de 220 desde el comercio hasta el baño, al final de la casa. Allí ocupó un lugar preferente justo al abrir la puerta, a la derecha del WC.
Su presencia era imponente, parecía que se hubiera escapado de un anuncio en la tele de Galerías Preciados.
Sus prestaciones de concurso: arrancaba el verde Palomar a prueba de laboratorio del CSI.
La trajo el mismísimo don Rodrigo Barrado desde Trujillo, atada al camión que ponía en la visera: “La perrita Marilí”.
Venía con una caja cilíndrica, que llamaban tambor, llena de detergente en polvo. Salvo el tamaño enorme y la forma de la caja, yo ya había visto en la droguería de mis tías el detergente en polvo y a escondillas había abierto una caja de “tu-tú”. Había otros al lado en la estantería inferior de la pared que daba a nuestro comercio: Persil, ESE, OMO y Elena; pero, tras abrir otra caja del último y comprobar su contenido, pensé que no merecía la pena poner en riesgo mi reputación de angelito.
Pero el tambor de la Zanussi no era de ninguno de esos: ponía SKIP y presumía de ser recomendado por múltiples fabricantes de lavadoras.
Acostumbrado como yo estaba a leer hasta el hastío: MOUSSEL-LEGRAIN-PARÍS en el bote que adornaba el borde de la bañera, todo un mundo se abría ante mis ojos con el tambor del SKIP, frente al WC, entre la propia bañera y el bidé que gracias a Dios no habíamos tenido que usar.
En un par de atascos intestinales, ya estuve preparado para, en vez de recitar bajo demanda los “Con cien cañones por bando....” del paisano Espronceda, poder repetir sin titubear la lista siguiente:
AEG
BALAY
BRU
BTH
CANDY
CASTOR
COMET
EDESA
FAGOR
INDESIT
KELVINATOR
LIKE
LEONARD
MARCONI
MIELE
NEW POL
OTSEIN
PHILIPS
SIGMA
STICE
TEDY
WESTINGHOUSE
ZANUSSI
ZOPAS
Cuando me han llamado a la consulta, he ido por el pasillo hasta la puerta 175 repitiendo la lista al tiempo que me preguntaba si la Unión Europea acabaría no sólo con la obsolescencia sino con lo obsoleto.
Pero lo he abandonado rápidamente porque, metidos en románticos y recordando a Bécquer, no he querido llegar a la última estrofa, no fuera a ser que, parafraseada, me pusiera ante la realidad en la misma puerta del neurólogo: “...., obsoleto eres tú!
Buenos días Don Juan José!!!
JMGOL60
OCTUBRE 2019
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