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CUANDO LAS LUCES SE ENCENDÍAN: LA MIRINDA

Updated: Jan 29


 

La luz, en sus diferentes formas de manifestarse, ha marcado en buena medida mi devenir. En Logrosán, el encendido del alumbrado público fijaba la hora límite de “andar a la perduta” (1) y señalaba inexorablemente el camino a casa.


Cuando los 60 se convertían en 70, yo no pertenecía a la élite de preadolescentes para los que el encendido de bombillas pasaba inadvertido. Y es que la línea del “hasta que se enciendan las luces” delimitaba, no sólo la extensión temporal del juego, sino que abría el paso a otros, ya no tan juegos, que lindaban o traspasaban límites cuya mera mención era ya atractiva.


Para el presente relato no era intrascendente pertenecer o no a esa élite. La pertenencia confería un estatus convertible en libertad de movimientos, protección frente a externos y reconocimiento garantizado de los más serviles.


La actividad física no estaba tabulada, la gimnasia era meramente una asignatura ya que los juegos del momento incorporaban un alto componente aeróbico. Éste aseguraba que la llegada a casa se hiciera “sudando como un bejino”.


La frase de recibimiento demandaba explicaciones al tiempo que constataba el hecho:


“de dónde vienes como un bejino?“


E iba añadiendo gravedad en las variantes:


“de dónde vienes hecho un bejino?“ y “de dónde vendrás hecho así un bejino?“


que introducía un elemento de duda sobre la bondad (más bien una certeza sobre la maldad) del lugar de procedencia del mozalbete.

La siguiente frase que te caía encima desprendía siempre connotaciones intimidatorias:

“Que sea la última vez que ......”

y


“A tu padre vas si ....”


eran los ‘trendingtopic’ del momento.


La de nuestro protagonista aquella tarde de primavera del 71 fue:


- ¡Que no me entere yo ... de que tú vas arrastrándote por los suelos de los bares recogiendo las chapas de la Fanta ´pa´ quitarles el plástico!.


- eeeeeehhhhhhh ...... son de la Mirinda mamá (nunca dije mama).


- Ni Mirinda ni Mirindo.


La apelación a femenino y masculino con el ‘ni’ de mediador copulativo zanjaba cualquier réplica y alejaba cualquier tipo de solución “win win”.


Resultado práctico, la recolección de letras de la palabra ‘mirinda’ se convirtió en una actividad clandestina.


… y eso no hacía la cosa más fácil!


JMGOL60

ABRIL 2019


(1) En terminología local de la época


 


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