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CAPÍTULO 13: EL POEMA

Updated: Mar 7


 

EL VAGÓN QUE LLEGÓ ¿Cómo quedó el Capítulo 12?

 

Este capítulo se desarrolla en tres momentos distintos. El hilo conductor desde el capítulo 1 es la conversación telefónica entre el Coronel González (Argimiro) desde el Palacio del Pardo y el Ingeniero (Don José Calabuig o Pep) desde la Fonda Loro en Logrosán el 20 de marzo de 1962. El Ingeniero relata al Coronel lo sucedido el 18 de abril de 1961 y le relata lo que a su vez le contó el Inspector ese día. En este momento, el Ingeniero y el Inspector del Banco Mundial (Bastianne) cenan en la Fonda Loro tras una jornada visitando las obras del ferrocarril. En el capítulo anterior el Inspector ha relatado cómo encontró una tarjeta de la Virgen de Lourdes en una fotografía del informe enviado desde España.

 
 

  • ¿Y cómo reaccionó Bastianne?


  • Desprendió la postal de la trasera de la foto de la estación de Guadalupe. No recordaba cuánto tiempo estuvo inmovilizado mirando absorto la imagen de la Virgen de Lourdes. Por fin la giró y buscó comprobar que el pequeño corazón impreso en la parte inferior izquierda estaba relleno con tinta, tal como la postal que él le envió a Guadalupe. Así era, aunque lo que atrajo completamente su atención fue el texto escrito con una caligrafía primorosa que, aunque presentaba alguna diferencia con la que Guadalupe usaba en sus cartas, Bastianne no tuvo ninguna duda de que era su caligrafía y esa tarjeta escrita por ella. Fue entonces a introducir la fotografía de la estación en su funda cuando observó que, en esa misma funda, se alojaba una segunda fotografía. Era el único caso.


  • ¿Y de dónde era esa segunda fotografía?


  • No tuve que preguntárselo. Me dijo que la foto estaba tomada desde el mismo punto al que llegamos andando esa noche con la estación de Cañamero al fondo.


  • ¿Y sabía Bastianne el motivo de que esa foto estuviera junto a la de la estación de Guadalupe?


  • Eso no necesité preguntárselo. Era como una especie de ratificación de lo que ya manejaban entre los dos, que esa tendría que ser la estación de Guadalupe y que esa curva a derechas de radio muy ancho que había a la salida sur del túnel bajo Puerto Llano era el punto más cercano en que se puede situar la estación de Guadalupe.


  • Pero, Pep. ¿Qué distancia hay de ahí a Guadalupe?


  • Aproximadamente 15 kilómetros. Pero Bastianne añadió que en esa nueva estación de Guadalupe se dividiría el tren, continuando una parte hacia Logrosán y la otra en dirección a la estación ya construida, que fue inicialmente proyectada con el nombre de Guadalupe y que pasaría a denominarse Monasterio.


  • Volveremos a esta estación. Pero ahora sigamos con la tarjeta y lo escrito en ella.


  • De acuerdo, Argimiro. Sigo. Bastianne sacó del bolsillo interior de su chaqueta un papel con signos de haber sido leído muchas veces y al que se le transparentaba la tinta por su reverso. Me ofreció el papel, lo desdoblé y vi que era una especie de poema. Me confirmó que era una transcripción de lo escrito en la tarjeta. Le miré como pidiendo permiso para leerlo y él respondió con un gesto que indicaba claramente que adelante. Leí entonces el poema en voz alta:


Recuerda el ángelus que a ella te guía,
el momento en que pones todo tu fervor,
Búscala con mi nombre y con porfía,
Tú que fuiste enfermo y pecador,
Del primero, sólo tú sabes el día,
Pasarás entonces del momento y el dolor,
Pero no de sus pecados, madre mía,
Ella te dirá el tamaño del dolor,

  • Probablemente Guadalupe trataba de transmitir alguna información en el poema que Bastianne habría de saber descifrar. Le pregunté que si él había entendido algo. Bastianne, bastante apesadumbrado, me confesó que había hecho todos los intentos posibles por resolverlo hasta donde la discreción y la prudencia le permitían. Antes de encontrar la postal no sabía si Guadalupe estaba viva o muerta. Ahora sabía que estaba viva, pero su cautela tendría ser máxima, ningún movimiento suyo debía ponerla a ella en peligro. Bastianne conocía cómo veinte años después de finalizar la guerra seguía habiendo muchas heridas abiertas.


  • Totalmente de acuerdo Pep. Pero este poema era un verdadero galimatías, no había por donde cogerlo.


  • Espera Argimiro, que al acabar de cenar viene lo mejor.


  • Pero ¿No habíais acabado de cenar aún?


  • En realidad hacía ya un buen rato que habíamos acabado de cenar, el comedor para entonces estaba vacío y esperábamos al señor Loro con el objeto de darle las instrucciones para la mañana siguiente. Le pedimos disculpas por seguir aún sentados a la mesa, pero él nos dijo que no nos preocupáramos, que los del casino aún no habían vuelto y que se quedaría esperando hasta que llegaran. Era casi medianoche y le dijimos que nos veríamos a las siete y media y a esa hora organizaríamos el día. Cuando el señor Loro se marchaba, Bastianne, en un perfecto español dijo: ¡Señor Loro! Diga, por favor, a los del casino que ellos estén también a las siete y media en este comedor. El señor Loro se volvió y dirigiéndose al Inspector le recitó este pareado: ya sabía yo que nuestro inspector, hablaba español mejor que un servidor. Bastianne, muy serio contestó: eso de que yo sabía español, usted no podía saberlo. Hice una señal al señor Loro para que no respondiera, pero él lo hizo: otra vez, cuando doña Eloisa esté traduciendo lo que le han hablado en español, ponga cara de escuchar la traducción y no de preparar la respuesta. Entonces Bastianne dijo "touché" y para mi sorpresa alargó su brazo ofreciendo el papel con el poema al señor Loro y le preguntó: ¿Sabe qué significa este poema?


  • ¿Y qué hizo el señor Loro?


  • ¿Me confirmas, Argimiro, que seguimos bajo secreto de confesión?


  • Por momentos, Pep, creo que no confías en mi palabra y eso no me gusta, o más bien, a estas alturas, me entristece.


  • Confío ciegamente en tu palabra, pero no puedo evitar cerrar los ojos y que se me dibujen tus rasgos, que desconozco, y sobre ellos tu uniforme. Y siempre he asociado los uniformes con la unidad en el pensamiento.


  • Pep, escúchame bien. Yo soy yo,..., y el uniforme mis circunstancias. Y he sido yo y no mis circunstancias quien te ha dicho claramente que nada de lo que hablemos será usado para fin alguno distinto del que nos reunió. Continúa por favor.


  • El señor Loro cogió el papel, se fue a otra mesa, sacó su libreta en la que hizo algunas anotaciones mientras leía detenidamente el escrito y finalmente se volvió y mirando fijamente a Bastianne y marcando cada sílaba pronunció: Lour-des Gran-de. Bastianne se quedó lívido de repente y se estremeció en la silla. Le pregunté al señor Loro: ¿quien es Lourdes Grande? Y él respondió: El nombre que este papel esconde.


  • ¿Y quién es Lourdes Grande? Pep.


  • Eso mismo preguntamos nosotros.


  • ¿Y qué respondió el señor Loro?


  • Con mucha seguridad dijo: El señor Inspector sabrá. Y sabrá además porqué ella oculta su verdadero nombre. Bastianne, que seguía paralizado, con la voz entrecortada y visiblemente nervioso dijo: admito que una persona observadora, como seguramente es usted, Eugenio, pueda deducir que yo sé español. Pero, si es cierto el significado que dice, esto pertenece al mundo de los milagros.


  • Dime Pep. ¿Y era un milagro?


  • El señor Loro se encargó de demostrar que no, cuando empezó a exponer de forma razonada el proceso con el que obtuvo la solución.


  • ¿Y os lo detalló? 


  • Ahora mismo te lo cuento. ¿Tú has copiado el poema, Argimiro?


  • Lo tengo delante.


  • Ahora toma nota de la oración del cuarto día del novenario a la Virgen de Lourdes que nos hará falta.


  • No es necesario, tengo aquí a mano el novenario de la Virgen de Lourdes:


ORACIÓN DÍA CUARTO ¡Oh Virgen purísima de Lourdes, vida de mi alma, alivio de mis penas, suavidad y dulzura de mis aflicciones! A las puertas de vuestro corazón, ¡oh Madre mía!, llama este pecador enfermo, cuyo dolor, en este momento, es tan grande como sus pecados; compadeceos de él, no le desechéis, miradle con ojos de compasión. Sanadle, como Jesús a los leprosos. Curadme para que alabe a Dios eternamente. Amén


  • Bien, bien. Ya veo que eres un hombre prevenido. En el poema es la Virgen de Lourdes quien le habla Bastianne. El señor Loro lo explicó así verso a verso:


Recuerda el ángelus que a ella te guía,

Algo que ocurría al ángelus le dará la clave para encontrar a Guadalupe.


El momento en que pones todo tu fervor,

El máximo fervor a la virgen se manifiesta en la novena y más concretamente se da en el rezo de la oración del día.


Búscala con mi nombre y con porfía,

Esta sería la más evidente, que busque ahora a Guadalupe con el nombre de la Virgen de Lourdes, es decir, que Guadalupe ahora se llama Lourdes. Pero además con porfía, con tenacidad, que el señor Loro interpretó como que continuara hasta encontrar el apellido.


Tú que fuiste enfermo y desde aquel día pecador,

El señor Loro se sabía de memoria las nueve oraciones, una de cada día, y ya había comprobado que los últimos versos sólo tenían sentido aplicados a la oración del cuarto día.


Del primero, sólo tu sabes el día,

Aquí el señor Loro miró a Bastianne y le preguntó por lo que había ocurrido de especial el cuarto día. Él, ruborizado, confesó que al salir de la novena ese cuarto día se dieron el primer beso.


Pasarás del momento y el dolor,

Este verso había que interpretarlo literalmente leyendo la oración del cuarto día. El apellido que buscaba estaba detrás de las palabras dolor y momento.


Pero no de sus pecados, madre mía.

Como en el anterior, se había de interpretar literalmente. El apellido estaría antes de las palabras "sus pecados".

Por tanto, en la oración del cuarto día, el apellido buscado solamente podía ser una de las siguientes palabras: "es - tan - grande - como". Para el señor Loro ya estaba resuelto, la única que podía utilizarse como apellido era: GRANDE.


Ella te dirá el tamaño del dolor.

Pero para confirmarlo estaba el último verso. El tamaño del dolor lo decía precisamente la palabra GRANDE


LOURDES GRANDE, repitió entonces el señor Loro.


  • Increíble, Pep.


  • Pero ahí no acabó, Argimiro.


  • ¿Puede haber más?


  • Sí, Argimiro, sí, puede haber más. Bastianne estaba como hipnotizado, pero a pesar de ello se atrevió a preguntarle: ¿Los versos no dicen cómo se llamaba antes?


  • ¿Y qué contestó el señor Loro?


  • Miró fijamente a los ojos perdidos de Bastianne y le dijo: los versos no. Pero su nombre anterior era Guadalupe López.


  • Supe que era verdad, porque en ese momento Bastianne se desmayó.


  • ¿Y qué pasó entonces?


  • Abrimos la ventana y al poco, con el relente, Bastiane recobró el sentido. El señor Loro, con un tono paternal, le explicó que tampoco en este caso se trataba de brujería y que, él no lo hubiera adivinado, si no fuera porque había unido varias coincidencias. Por una parte recordó el caso célebre de una familia de Almansa, que tratando de llegar a Francia, en plena guerra civil. ¿Camino de Francia? Se preguntó el señor Loro? No hay casi noticias del caso. Parece que cayeron en una emboscada cerca ya de los Pirineos. Esa familia había pasado por su fonda en varias ocasiones. Eran diferentes al resto y en alguna ocasión comieron tras este biombo en compañía de don Alfredo.


  • Pep, Pep. ¿Has dicho don Alfredo?


  • Sí Argimiro. ¿Conoces a don Alfredo?


(Continuará)


 
 


 
VISTA DE GUADALUPE Y LOS GUADARRANQUES DESDE EL ALTO JUNTO AL CASTAÑO DEL ABUELO


 


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